Página 13 - Comerciar - Abril

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Informe Pyme
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INDUSTRIA
Al cabo de casi un siglo, nuestro país sigue aún a la de-
fensiva, sometido a criterios que plantean al porvenir na-
cional una falsa disyuntiva, como si nuestra opción sólo
consistiera en subordinarnos a una potencia europea o a
una americana.
Sin embargo, la Argentina posee todo lo necesario para
ser un país grande y próspero, que asegure a su pueblo
un muy alto nivel de vida. Podemos alcanzar lo que logra-
ron Estados Unidos y Canadá con recursos naturales como
los nuestros y lo que Gran Bretaña, Suiza o Japón, con
menos territorio y menos recursos naturales que nosotros,
supieron también lograr.
Es fundamental tener presente la realidad histórica. Esa
realidad nos dice que el proceso de la transformación
económica, técnica y social conocida bajo el nombre de
"revolución industrial", no ha concluido.
Por el contrario, todo autoriza a afirmar que está comen-
zando a difundirse en escala mundial. Como se sabe, ese
proceso consistió en abandonar el artesanado y la explo-
tación agrícola familiar y autosuficiente y sustituirlos por
el sistema fabril, la maquinaria y la energía mecánica.
Se equivocan quienes lo conciben solamente como un epi-
sodio o tendencia que produjo grandes cambios en la In-
glaterra de hace poco más de un siglo y que algo más
tarde tomó fuerzas en Norteamérica, Alemania, Japón y
otros países; como algo concluido y de lo cual ya no pue-
den esperarse más cambios.
La realidad es otra.
La revolución industrial es un hecho en marcha, que pro-
sigue y crece con más fuerza en cada generación.
Estas ideas sobre la importancia de la industria nacional como columna fundamental de un desarrollo económico
sostenido no son únicas. Veremos en los debates de la Ley de Aduanas de 1873 a Carlos Pellegrini, Vicente Fidel
López, Aristóbulo del Valle y otros dirigentes políticos -palabras más, palabras menos- referirse a ella.
Pero no sólo hemos de mirar al pasado. La gran pregunta que dejamos formulada a la dirigencia política respecto
del futuro -a corto y largo plazo - es ¿cuál ha de ser la política industrial a desarrollar y de qué modo se piensa
insertar la industria nacional en el mercado mundial?
Esperamos que el debate, además de enriquecer las ideas personales al respecto, también se constituya en aportes
a CAME Industria en el ámbito de las comisiones conformadas, a las que obviamente invitamos a sumarse a las
1.542 federaciones, cámaras, centros y uniones industriales, comerciales, de servicios, la construcción, el turismo,
la producción y los jóvenes y mujeres empresarias.
Vivimos una nueva era de maquinismo, producción en
masa, automatismo fabril y captación de nuevas energías,
que está modificando la naturaleza de todos los proble-
mas económico-sociales.
Esa era, que a nosotros también nos rodea y nos empuja,
apenas empieza a afirmarse ahora, a mediados del siglo
XX. Nuestra generación advierte que todos los países del
mundo situados en la periferia económica, procuran acti-
vamente su desarrollo económico y que los pueblos lati-
noamericanos y las naciones asiáticas están realizando
ingentes esfuerzos para integrar sus estructuras producti-
vas.
Puede sostenerse que el gran problema de este momento
histórico es, precisamente, el "desarrollo de los pueblos
no desarrollados".
Desarrollo que no quiere decir mero aumento de la pro-
ducción primaria, sino diversificación interna de la pro-
ducción total.
La Argentina no puede quedar al margen de esa tenden-
cia universal, pues ello importaría su autodestrucción, su
suicidio económico. Es, pues, la propia estructura del
mundo en que vivimos la que nos impone plegarnos a ese
movimiento, para no quedarnos atrás.
Solamente necesitamos proponernos esa meta y poner toda
nuestra capacidad, nuestra inteligencia y nuestro patrio-
tismo a su servicio. Tenemos que ir limpiamente a los he-
chos y despojarnos de prejuicios, versiones interesadas y
complejos de inferioridad. […]
Fuente:
Arturo Frondizi, Industria Argentina y Desarrollo Nacional, Edi-
torial Qué, 1957, PP. 19/23.