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COMERCIAR I
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I CAPACITACIÓN I
El T.A.G. (Trastorno de Ansiedad Generaliza-
do), más comúnmente conocido como "estrés",
es un desajuste entre dos apreciaciones. Por un
lado, el desafío, la dificultad o el problema que
el individuo debe afrontar. Por el otro lado, la
identificación y la valoración que el individuo
hace de los recursos que dispone para
resolverlos. Ese momento clave de entrecruza-
miento se denominada "afrontamiento".
¿Por qué decimos que lo podemos considerar
un desajuste? Porque el individuo, desde
siempre, estuvo preparado para afrontar
peligros reales y concretos pero, con los tiem-
pos, cambió su estado de alerta, antes preciso y
selectivo, por una hipervigilancia permanente
ante una sensación de peligro exacerbada.
Por lo tanto, una persona con altos niveles de
estrés es una persona con una alta predisposi-
ción a cometer errores, confundir prioridades,
tomar decisiones estratégicas equivocadas y,
desde su salud, con alta predisposición a
posibles ataques cardíacos, úlceras de aparato
digestivo, ACVs.
¿Cómo contribuyen las organizaciones moder-
nas a este incremento de estrés? Por ejemplo, a
través de una mala planificación de las tareas,
Cómo combatir
el estrés en
las organizaciones
una incorrecta fijación de prioridades en las
decisiones a tomar, una supervisión ineficiente
y una falta de previsión médica para el perso-
nal y, en especial, para los dirigentes medios.
Los factores mencionados constituyen "estreso-
res", vale decir, algunas de las diferentes
causas que pueden contribuir a incrementar los
niveles de ansiedad y sus consecuencias, den-
tro de una organización.
Así como se miden o ponderan los niveles
"tolerables" de estrés en un consultorio con un
paciente con el propósito de evitar algunas de
estas situaciones mayores citadas, un terapeuta
analiza otros trastornos que pueden llegar a
"emparentarse" con el estrés.
La lista incluye abusos de cafeína, nicotina,
bebidas, sustancias que pueden o no desenca-
denar en excesos o comportamientos violentos
El individuo siempre estuvo
preparado para afrontar
peligros reales. Con el paso
del tiempo, cambió su
estado de alerta, preciso y
selectivo, por una
hipervigilancia permanente.
Una guía para evitar situaciones que
llevan a cometer errores, confundir
prioridades y tomar decisiones equivo-
cadas.